Un vendedor de tomates salía a la puerta de su negocio gritando:
¡Vendo tomates, vendo tomates!
Pero resulta que al lado había una tienda de animales que tenía un loro muy burlón que repetía todo lo que oía, y al oír al vendedor decía:
¡Vendo tomates, vendo tomates!
El vendedor harto de que se burlara de él le tiró un tomate al loro dándole en un ojo y siguió gritando:
¡Vendo tomates, vendo tomates!
Pero el loro seguía repitiendo:
¡Vendo tomates, vendo tomates!